lunes, 5 de enero de 2015

CORRUPCIÓN

Nuestra sociedad tiene un problema de corrupción a nivel mundial que es congénito al egoísmo de nuestra especie.
La cuestión no es tanto su posible eliminación, cosa practica mente imposible, sino el nivel que alcance.

La sociedad se dota de dos frenos a la corrupción, uno legal de normas que se protegen con persecución y castigos, y otro moral que usa las normas de respeto al prójimo y castiga con el desprecio de la sociedad.

El grave problema de corrupción en nuestro país, y en general en sociedades latinas, se presenta cuando en ciertas corrupciones no se da el desprecio social y ello se produce sustancial mente en normas establecidas por el Estado en aspectos fiscales o de comportamiento ciudadano. 
Concretamente nuestra sociedad en general no se avergüenza y no se siente despreciada cuando consigue eludir oblaciones fiscales o reglamentos de circulación viaria. 
El problema se agrava cuando los políticos con la misma cultura también se corrompen y dada su posición dañan gravemente la economía del país. 
Así pues, en mi opinión tenemos como principal problema a corregir la introducción de la vergüenza social para el respeto a las normas del Estado, particularmente en aspectos fiscales y de normas de convivencia como la circulación viaria.

El típico individuo que se vanagloria de haber conseguido eludir un impuesto, sin pensar que por robar a toda la sociedad es en realidad mas ladrón que si hubiera robado a un particular.
Cambiar esta mentalidad por la normal de sentir vergüenza seguro reduciría la corrupción a niveles similares a los países en donde no existe esa cultura.

Por ello propongo difundir este pensamiento de VERGÜENZA  ante el incumplimiento de normas del Estado para crear una cultura social que genere mayor honestidad particularmente cuando los ciudadanos alcancen un estatus político.